jueves, 10 de julio de 2008

Magia en los libros

Tengo una costumbre curiosa desde hace tiempo. Se trata de tomar entre tus manos un libro que ya has leído y que en su momento te descubrió una nueva forma de ver las cosas. No es necesario que sea uno de esos libros de autoayuda. Cualquier narración puede enseñarte algo nuevo y encontrarle el punto dulce a una situación que antes parecía espinosa.
Pues bien, se trata de cerrar los ojos y comenzar a hojear el libro sin mirarlo. Cuando tu intuición te diga que pares, te detienes en el capítulo que tengas entre tus deditos y lees el fragmento. Normalmente te encuentras con un consejo oculto entre las letras, y que necesitas en ese momento.
Estaba ayer en la playa de Santandría, una cala guiri total que os desaconsejo visitar -a no ser que os mole que el mar huela a aceite de coco-. Cogí un libro y me detuve en un fragmento en el cual un tipo se lamentaba de haber abandonado su ciudad por ascender profesionalmente. En esa ciudad había dejado a su pareja, que había decidido no acompañarle en su cometido, pero sin romper la relación.
El muchacho se preguntaba, en medio de una borrachera de caipirinhas, para qué sirve un ascenso profesional, si no tiene con quien compartirlo. Para qué tanto trabajo, tantas horas, dinero y tiempo invertidos, si al final se encontraba solo.
Otro de los personajes de la escena era su hermano mayor. Como un pepito grillo que le aguantaba la mona carioca. Le comentaba la posibilidad de encontrar un punto medio, ya que el chico desdoblaba ese conflicto de intereses en dos posiciones contrapuestas: ser un medicucho de barrio pero con amor para compartirlo; o ser una eminencia de una súperclínica quirúrgica, pero solo. El hermano le aconsejaba que se podían tener ambas cosas, pero antes debía conseguir algo mucho más difícil: encontrar el equilibrio, el camino medio, el punto justo de cocción.

4 comentarios:

Kiski dijo...

Lo mejor es ser feliz, y sin personas cerca creo que es imposible.

Un Saludo

Anónimo dijo...

El trabajo es sólo la forma de costearte tu vida, ni más ni menos. Así lo veo yo. Lo importante es lo que haces después.

Yo nunca dejaría a alguien importante para mí por hacer algo más interesante. Básicamente porque mi intención es no trabajar toda la vida, eso también :)

Anónimo dijo...

Yo me leí hace tiempo 'Once minutos', de Paulo Coelho. Me gustó, pero no pude darle sentido.

Luego conocí a una persona, me enamoré de ella y, cuando la historia se acabó al año siguiente, volví a coger el libro. Aun me pregunto por qué lo hice. El caso es que fue como leerlo de primeras, entendí cosas que antes no.

Finalmente se lo regalé, porque gracias a esa persona, encontré sentido a lo que me explicaba. Le dije que lo leyera y que ojalá tuviera la suerte de conocer a alguien que le hiciera ver lo que ahí se explicaba, tal y como me había sucedido a mí.

Hay magia en los libros, y magia en la vida. Y cada vez estoy más segura de que los libros nos encuentran a nosotros y no nosotros a ellos.

Yo no sé qué antepondría, si el trabajo o el amor. Está claro que los éxitos hay que compartirlos y los fracasos también. Como me conozco, me tiraría de cabeza al amor. Aunque luego reniegue de él.

Saludos!!

Anónimo dijo...

A mi también me gusta hacer eso pero kon un solo libro, I CHING o El libro de las mutaciones,texto de tiempos mitologicos que contiene la sabiduria china en materia de filosofía de la vida. Hoy lo he abierto y me ha salido el simbolo CHIEN /La evolución(Progreso paulatino) Esto va bien amiga!!! nos quedan tantas cosas por hacer independientemente de estar solos o acompañados!!!