Copas y letras

Soy una de esas personas que ha elegido una profesión cuyo mercado laboral está casi cerrado en banda a ofrecer un sueldo mínimamente digno.
De ésas que disfrutan trazando ideas con las letras, buscando noticias, comunicando cosas. Pero lo que nos da de comer es otra cosa.
Copas y letras.
Necesidad y pasión. Dinámica de oferta y demanda e ilusión por un buen trabajo se mezclan de un modo casi obsceno.
Esta semana, en el bar, hemos recibido decenas de currículums de gente muy joven y con muchas ganas de trabajar por un sueldo normal. Y cuando digo normal, es normal. Estudiantes, educadores sociales, uno que fue coordinador de recursos humanos en una productora. La necesidad de copas se hace evidente. No de tomarlas, sino de ponerlas. Eso nos permite continuar en nuestro camino.
Copas y letras.
En mi gremio, somos muchos y también muchos los medios, gabinetes, agencias. Pero son muy pocas las empresas que los aglutinan, muy poca la valoración de nuestro trabajo. Los directivos de los conglomerados de comunicación ganan millones de euros mientras nos dan órdenes desde las butacas de sus despachos, esperando a que la información que nosotros elaboramos engorde sus arcas y sus panzas.
Sin duda me considero afortunada de estar detrás de una barra, poniendo copas. Y en mi tiempo libre, en una redacción, jugando con letras.