lunes, 14 de julio de 2008

El principio de un día raro

Uno siempre intenta hacer las cosas que le gustan, y éstas se convierten, con el tiempo, en pequeñas rutinas que definen a la persona tal cual es. Por mucho que cambie la vida, esas actitudes persisten y es realmente difícil cambiarlas.
Ayer tuve libre en mis dos trabajos y, a pesar de trabajar de noche en uno de ellos, me quedé frita antes de las dos de la mañana, cuando normalmente lo hago a las seis.
Como es natural, si me acuesto a las seis de la mañana, no me levanto antes de la una del mediodía. Hoy me he despertado a las ocho de la mañana y por más que lo he intentado, no podía volver a quedarme dormida.

Una de las primeras cosas que hago al levantarme es tomarme una taza de café triple y fumarme un cigarro. Es cuando comienzo a distinguir los colores y no me entra otra cosa en el estómago. Pues hoy, en lugar de café, tenía unas irremediables ganas de comerme una ensaïmada de un horno que está a diez minutos de mi casa, no me preguntéis la razón. He vuelto no sólo con una ensaïmada calentita, sinó con dos mini croissants de jamón y queso y me he bebido dos vasos de zumo. Me he hecho el café, pero sólo he bebido dos sorbos y al enceder el cigarro, me ha dado asco.
Es curioso cómo unas rutinas de años se han desmoronado sin saber la razón y hoy no he seguido ninguna. Como si estuviera hechizada. No sé qué más me va a ocurrir hoy, pero el día ya tiene el calificativo de RARO.


Lo que más me incomoda es no tener ni puñetera idea sobre a qué se debe este repentino cambio en mis hábitos. Sogyal Rimpoché decía en El Libro Tibetano de la Vida y la Muerte que "los seres humanos no conocemos la naturaleza de nuestra mente y no tenemos ningún control sobre ella". He aquí la prueba.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Durante 15 años terminé de trabajar entre las 4 y las 5 de la mañana. Hoy, casi 20 años después, mi principal adicción es escuchar música, ver películas o leer hasta las tantas. ¿Mi cuerpo me lo pide?

Fisiológicamente no es así, pues un hábito horario se deshace en pocas semanas. Es mi mente, que encontró que su mayor nivel de receptividad y de placer ante lo adquirido estaba a esas horas.

No estoy demasiado de acuerdo con tu cita "tibetana", porque creo ciegamente en que una parte importante de nuestro destino lo escribimos nosotros, con nuestras elecciones.

Elige con cuidado y sólo con un necesario puntito de pasión, y la vida te será algo menos áspera.

Que tengas un estimulante verano.

Fdo.: "aquél que sonríe ante tu presencia"

Anónimo dijo...

Hay algo interesante en ese cambio. Ese buen desayuno :)

De todos modos, es interesante eso de que a veces nuestro cuerpo nos pida novedades en las costumbres. Es lo que nos distingue del comportamiento maquinal de los animales. Y bueno, encima eres mujer. Qué quieres...

Caminante dijo...

Jeje, aquél que sonríe no... ¡aquél que se troncha! La cita tibetana habla de nuestra mente, no de nuestro destino. En realidad habla de la experiencia de la muerte según el budismo, durante la cual experimentamos emociones con tanta intensidad que es necesario conocer bien su naturaleza para conducirnos a la correcta reencarnación.
Ofú, y son las 5 de la mañana... seguro que estás leyendo, ojos como platos y cascos puestos, escuchando bossanova...
Manu, sin duda el desayuno me sentó de vicio. Y las novedades en el cuerpo de la mujer son el pan nuestro de cada mes. Qué le vamos a hacer...

Un besito!

Anónimo dijo...

Pero mira siempre un poco más allá. Cada noche morimos, para renacer al día siguiente. Y nos encontramos un mundo que ha mutado y donde, desde nuestro punto de vista, lo único que permanece somos nosotros, nuestra mente. De lo que la conozcamos, de lo que nos conozcamos, dependerá que nos adaptemos a los cambios para hacer algo más que meramente sobrevivir.

E insisto, sonrío..... cual Buda Feliz